martes, 14 de diciembre de 2010

DÍA 5 Camino a Sile, el mar negro

Por la mañana bajamos andando a Eminonu para coger el autobús a Sile.

Tomamos el ferry a Üsküdar. Después de estudiar las combinaciones de autobuses desde aquí decidimos coger el 139 de la IETT, la compañía de transporte público de Estambul. Para ir a Sile en teoría es mejor el 139A que hace menos paradas, además hay un express que tarda aún menos, pero iba lleno. El autobús 139 hace parada en la estación de autobuses de Harem, pero es mucho mejor cogerlo en el inicio, en una pequeña estación de autobuses, Semsipasa (Uskudar), donde compras tu billete y tienes garantizado el asiento. El autobús se llena y hace infinitas paradas, tarda casi dos horas en llegar a Sile, que está a 70 kilómetros. Ojo con los horarios para calcular y llegar temprano a Semsipasa, a nosotros nos costó unos 10 minutos encontrar el sitio donde se venden los billetes (y la estación, que está al lado) porque había obras en los alrededores

En Sile cogemos un taxi en la estación de autobuses, donde acaba el 139. El taxi al hotel cuesta apenas 2 euros desde la estación. Recomendado porque, aunque no está muy lejos, es cuesta arriba y hay un buen desnivel.

El hotel Seref Sile supuestamente te transporta desde Estambul si te alojas en el Seref Estambul, aunque nosotros llamamos a ver si nos llevaban incluso pagando pero dijeron que no hacían transfers (?).

Escogimos el hotel por sus buenas críticas en ClicknBed, pero lo cierto es que es casi un hostal. Eso sí, las vistas desde la habitación al Mar Negro y al faro son espectaculares, las ventanas con doble cristal y el desayuno bastante decente. El baño fatal, sin mampara o cortina en la ducha, que además tiene casi dentro el secador de pelo pegado a la pared (!)


El hotel tiene una playa privada de piedras, que debe estar tranquila (no había apenas gente) pero nos decidimos por la primera playa del pueblo con las hamacas, aunque había una más lejos (a unos 20 minutos andando) que creemos que era de arena, más grande y algo mejor. La playa donde estuvimos era pequeña (más bien una especie de cala) y de piedrecitas. No estaba muy limpia, pero era muy agradable. Comimos allí unas hamburguesas de cordero en un bar-chiringuito. Baratas y ricas.



Cuando se acabó la hora de playa bajamos al pueblo a buscar algo para cenar. Encontramos un supermercado y subimos para cenar en el hotel.

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